AndrewMainHeadshot-245x300Por Andrew Holecek – Mayo 13 de 2014

Tarde o temprano va a suceder- que podría ser la primera vez que meditas o sólo después de años de práctica dedicada, pero algún día vas a tener una experiencia espiritual. Estas experiencias vienen en muchas formas, que van desde la simple tranquilidad al éxtasis radiante. En su máxima expresión, ellos son los terremotos espirituales que pueden transformar tu vida.

El sabio tibetano Marpa compartió una de esas experiencias:

Estaba abrumado por la alegría. Los pelos de mi cuerpo se erizaron, y me conmoví hasta las lágrimas … Mi cuerpo estaba intoxicado con una felicidad pura … Surgió una experiencia más allá de las palabras. – De «La lluvia de la sabiduría», traducido por el comité de traducción Nalanda

En los niveles más modestos, ellos pueden manifestarse como el cese total de pensamientos, una experiencia fuera del cuerpo, o sensaciones de gozo y claridad. Podrias tener una experiencia de profunda meditación, o de unión con el cosmos entero, y decirte a tí mismo: «Esto es! Esto es lo que he estado esperando.» Al igual que las endorfinas liberadas en el nivel más alto de un corredor, estas experiencias son las del nivel más alto de un meditador… Y ellos son adictivas.

Estos eventos son un momento de celebración, y un momento de preocupación. Son causa de celebración, ya que pueden ser marcadores genuinos de progreso. Estas obteniendo una vistazo de la naturaleza de la mente y la realidad; vas a empezar a ver las cosas como realmente son. Estas despertando. Pero tales experiencias son también motivo de preocupación, precisamente porque se sienten muy bien. Por sorprendente que pueda parecer, el camino espiritual no se trata de hacerte sentir bien. Se trata de hacer que se sienta real.

Las experiencias espirituales pueden ser la miel más dulce que cubre los ganchos más afilados. Debido a que pueden ser tan transformadores y dichosos, es casi imposible no aferrarse a ellos. Quieres más?. Ese es el gancho. Y en cualquier momento el aferramiento está involucrado, incluso si es para una experiencia espiritual, estas de vuelta en el samsara, enganchado al mundo condicionado de insatisfacción sin fin.

Las experiencias espirituales son subproductos de la meditación. El problema es que creemos que son el producto final de la meditación. Traleg Rinpoche dijo: «La principal causa de las percepciones erróneas respecto de la experiencia de la meditación es que después de la pérdida del fervor inicial, es posible que olvidemos enfocarnos en la esencia de la meditación y su propósito y en su lugar pongamos más y más énfasis en la propia experiencia meditativa subyacente. «

Las experiencias espirituales son llamadas «nyam» en tibetano, que significa «experiencia temporal», y cada meditador necesita ser consciente de ellos. Nyam se encuentra en contraste con Tokpa, que significa «realización». Nyam es como el vapor agradable. No importa lo bien que se siente, siempre se evapora. Tokpa es como una montaña. Se mantiene. Un nyam siempre tiene un principio y un fin. Un día te remontas en la meditación más celestial, pero con el tiempo caes a la Tierra. No abandonamos nuestro objetivo cuando hay auténtica realización.

Tsoknyi Rinpoche se refiere a nyams como «estados de ánimo en la meditación» y dice: «Nyam tiene espesor; Tokpa es ligero y fino. El problema es que nos gusta más lo espeso; es más sustancial y satisfactorio.» Nos gusta la sustancia de nuestros estados de ánimo.

Nyam y Tokpa son a su vez las dos últimas fases de un proceso de tres fases de asimilación completa o incorporación del dharma: la comprensión, la experiencia, y la realización. Esto nos muestra que la experiencia es de hecho una buena cosa, una necesaria pero intermedia fase en absorber el dharma. Comenzamos con la comprensión o entendimiento, que se conoce tradicionalmente como un parche porque con el tiempo se cae. Con el estudio y la práctica, la comprensión o entendimiento se convierte en experiencia, que es como el clima, que siempre cambia. Con la práctica constante, la experiencia madura en realización, que al igual que el cielo, nunca ondea. Esta es la manifestación completa de este proceso de tres etapas; es la forma en que ingerimos, digerimos y metabolizamos el dharma hasta que se vuelve casi literalmente parte de nosotros.

Extraído de la edición de verano de 2014 de Buddhadharma

Traducido rápidamente por Ngakpa Rinchen Phuntsok (Carlos Cubillos) para el beneficio de muchos.