Geshe_langri_tangpaPor Geshe Langri Thangpa (1054-1123)

VERSO I

Que cuide yo siempre de todos los seres sintientes,  considerándolos más valiosos que una joya que concede los deseos, con la resolución de lograr el beneficio más alto.

Comentario: Preocuparse y cuidar a los demás es la fuente de toda felicidad. Preocuparse de uno mismo por sobre los demás, es la fuente de todo sufrimiento y condiciones negativas en este mundo. Por tanto, nuestra determinación de lograr la iluminación debería estar siempre motivada por nuestro sincero deseo de servir al bienestar de todos los seres sintientes. El logro de la iluminación es el beneficio o la meta suprema. Nuestra iluminación proviene del cultivo de la bodhicitta (la mente del despertar, de amor, compasión, y sabiduría). La bodhicitta surge de nuestra compasión más profunda. Para desarrollar esta compasión y lograr la meta suprema, necesitamos de los demás. En esta forma, todos los seres sintientes son la fuente principal de nuestro desarrollo espiritual y para el logro de la meta suprema de la iluminación. Por otra parte, en alguna ocasión cada uno de nosotros ha sido, y será, una fuente de gran bondad y beneficio de uno y los demás. La inmensa bondad de todos los seres sintientes es integral a nuestra propia existencia. Considerando todo lo anterior, podemos entender cómo los seres sintientes son incluso más valiosos que una joya que concede los deseos y que nosotros deberíamos siempre cuidar de ellos y protegerlos afectuosamente.

XIV Dalai Lama: Nosotros y todos los demás seres sintientes queremos ser felices y completamente libres de sufrimiento. En esto todos somos iguales. Sin embargo, cada uno de nosotros somos solo uno, mientras que los demás seres son infinitos en número. Ahora, hay dos actitudes a considerar: la actitud del cuidado egoísta de nosotros mismos, y la actitud de cuidar a los demás. La actitud del cuidado de uno mismo nos vuelve tensos; pensamos que somos extremadamente importantes y nuestro deseo básico es ser felices nosotros y que nuestras cosas marchen bien. Sin embargo, no sabemos cómo hacer esto. De hecho, actuar en base a nuestra actitud egoísta, jamás nos hará felices.

Aquellos que tienen la actitud de apreciar a los demás, consideran a los demás seres como mucho más importantes que ellos mismos, y valoran el ayudarlos por sobre todo. Y, actuando en esta forma, a propósito, ellos mismos se vuelven muy felices. Por ejemplo, los políticos que están sinceramente preocupados en ayudar o servir a otras personas, son recordados en la historia con respeto, mientras que aquellos que están constantemente explotando y haciendo cosas negativas a otros, son vistos como ejemplos de malas personas.

Así, incluso en esta vida, si tratamos de ayudar a otros tanto como podamos y tenemos la menor cantidad de pensamientos egoístas posible, experimentaremos mucha felicidad. Nuestra vida no es muy larga, a lo más cien años. Si a lo largo de su duración tratamos de ser amables, de corazón cálido, preocupados por el bienestar de otros y menos egoísmo e ira, eso será maravilloso, excelente, esa es realmente la causa de la felicidad.

Las enseñanzas budistas contienen diversos métodos para eliminar el egoísmo y realizar la actitud de preocuparnos por otros. Por ejemplo, el maravilloso texto de Shantideva, el Bodhisattvacharyavatara (Una guía a la forma de vida del bodhisattva), es muy útil para esto. Yo mismo practico de acuerdo a este libro, es tremendamente útil. Nuestra mente es muy astuta, muy difícil de controlar, pero si hacemos un esfuerzo constante, si trabajamos incansablemente utilizando el razonamiento lógico y análisis cuidadosos, seremos capaces de controlarla y cambiarla para mejor.

Al principio, cuando tratas de controlar los estados mentales perturbadores negativos, es difícil. El primer día, la primera semana, el primer mes no puedes controlarlos bien. Pero con un esfuerzo constante, tus negatividades disminuirán gradualmente. El progreso en el desarrollo mental no proviene de tomar medicinas o sustancia químicas, sino que depende del control de la mente. Es así que podemos ver que si queremos satisfacer nuestros deseos, sean temporales o últimos, deberíamos depender de los demás seres sintientes más que en una joya que concede los deseos, y siempre apreciarlos sobre todo lo demás.

VERSO II

En cualquier momento que me encuentre en la compañía de otros,
que a mí mismo me considere como inferior a ellos,
y desde lo más profundo de mi corazón,
cuide de ellos como algo supremo.

Comentario: Esta estrofa nos llama a entrenar nuestra mente en una adecuada humildad, eliminando nuestra arrogancia y orgullo a través de que “me considere como inferior a ellos”. En absoluto se trata de sugerirnos que nos denigremos; siempre debemos tener autoestima y confianza propia. Más bien, esta práctica es realizada para domesticar nuestro exagerado sentido de auto-importancia, y para cultivar una humildad verdadera, así como el respeto por los demás. Las aflicciones de la arrogancia, superioridad, orgullo, y competitividad crean desarmonía entre las personas, y nos impide a nosotros mismos aprender y crecer. Por tanto, considerar respetuosamente a los demás como algo supremo, nos volvemos más humildes, amables, y abiertos. Esto naturalmente trae armonía y compasión a nuestras relaciones y nos ayuda a lograr importantes cualidades, virtudes, y realizaciones espirituales.

XIV Dalai Lama: Sin importar con quien estemos, muchas veces pensamos cosas como “yo soy más fuerte que él”, “yo soy más hermosa que ella”, “yo soy más inteligente”, “yo soy más rico”, “yo estoy mucho mejor calificado”, etc., así generamos mucho orgullo. Esto no es bueno. Al contrario, deberíamos siempre permanecer humildes. Incluso cuando estamos ayudando a otros y estamos involucrados en obras de caridad, no deberíamos considerarnos de una forma altanera como grandes protectores beneficiando a los débiles. Esto, también es orgullo. En vez de esto, debemos involucrarnos en tales actividades de forma muy humilde y pensar que estamos ofreciendo nuestros servicios a las personas.

Cuando nos comparamos con los animales, por ejemplo, podemos pensar “yo tengo un cuerpo humano”, o “yo soy una persona con ordenación monástica”, y sentirnos mucho más elevados que ellos. Desde cierto punto de vista, podemos decir que tenemos un cuerpo humano y que estamos practicando las enseñanzas de Buda, y que somos mucho mejores que los insectos. Pero desde otro punto de vista, podemos decir que los insectos son muy inocentes y están libres de astucia para engañar, mientras que nosotros mentimos con frecuencia y nos mostramos en formas engañosas para lograr nuestros objetivos o hacernos ver mejor. Desde esta perspectiva, tenemos que decir que somos mucho peores que los insectos, que simplemente se preocupan de lo suyo sin pretender ser algo que no son. Este es un método para entrenarnos en la humildad.

VERSO III

En todas mis acciones,
que observe mi propia mente y cuanta emoción destructiva surja,
yo mismo con fuerza las deshaga de inmediato
pues éstas me dañarán a mí y a otros.

Comentario: Esta estrofa nos llama a mantener una práctica sincera de atención plena, examinando cuidadosamente nuestro estado mental a través de todas nuestras acciones. Mediante esta práctica de atención plena, las enseñanzas nos incentivan a enfrentar firmemente y deshacer cualquier emoción perturbadora o actitudes negativas en el momento mismo en que surjan. La razón para esto es que nuestros engaños, emociones perturbadoras, y actitudes negativas pueden llevarnos a pensar, hablar o actuar en formas no virtuosas que pueden causar daño a nosotros mismos y a los demás. Esta conducta trae consecuencias kármicas y perpetúa nuestros engaños y sufrimientos. Por tanto, durante el día, mientras trabajamos, manejamos, caminamos, estudiamos, hablamos con otros, etc., deberíamos examinar cuidadosamente el estado de nuestra propia mente y nuestro corazón. Al entrenar nuestra mente en esta hábil forma, seremos capaces de afrontar firmemente y deshacer las emociones perturbadoras y actitudes negativas cuando surjan, y antes de que desarrollen cualquier impulso o poder mayor.

XIV Dalai Lama: Si investigamos nuestra mente en los momentos en que somos muy egoístas y nos preocupamos únicamente por nosotros mismos excluyendo a los demás, encontraremos que los estados mentales perturbadores negativos son la raíz de esta conducta o comportamiento.

Debido a que perturban nuestra mente, el momento en que nos damos cuenta que estamos cayendo bajo su influencia, deberíamos aplicar algún antídoto. El antídoto u oponente general a todos los estados mentales perturbadores negativos es la meditación en la vacuidad, pero también hay antídotos específicos que como principiantes podemos aplicar. Así, para el apego podemos meditar en la fealdad; para la ira, podemos meditar en el amor; para la ignorancia, podemos meditar en el origen dependiente; y para un estado con muchos pensamientos perturbadores, podemos meditar en la respiración y en los vientos-energía.

VERSO IV

Cuando encuentre personas con mala intención,
completamente ofuscadas, actuando torpemente y con dolor
que pueda cuidarlos como se cuida algo único,
un precioso tesoro acabado de encontrar.

Comentario: Cuando nos encontramos con personas desagradables, o aquellos abrumados con negatividades, dolor o sufrimiento, generalmente preferimos ignorarlos o evitarlos, en vez de apreciarlos y cuidarlos. Puede que nos consideremos como más importantes o más evolucionados que tales personas, y usualmente nos volteamos a ellos, ya que no queremos ser molestados, heridos, o contaminados por la condición de éstas personas. Esta estrofa nos sugiere revertir nuestra actitud usual de auto-cuidado, de preocuparnos únicamente por nosotros mismos, mediante el aprender a apreciar y cuidar a tales personas, siendo alegres y agradecidos como si hubiésemos encontrado un raro y precioso tesoro. Para superar los engaños y el egotismo de nuestra preocupación centrada únicamente en nosotros mismos, consideramos este encuentro como una oportunidad de servir y llevar felicidad a otros, en vez de ser molestia que debe ser evitada. De esta forma, nuestra mentalidad o actitud centrada en únicamente en nosotros mismos disminuye y nuestra compasión se profundiza hasta lograr abarcar todos los seres sintientes sin excepción.

XIV Dalai Lama: Si nos encontramos alguien que es por naturaleza muy cruel, duro, y desagradable, nuestra reacción usual es tratar de evitarlo. En tales situaciones nuestra preocupación amorosa por los demás es probable que disminuya. En vez de permitir que nuestro amor los demás se debilite pensando en lo malvada que es esa persona, deberíamos verla como un objeto especial de amor y compasión y apreciar esa persona como si hubiésemos encontrado un precioso tesoro, difícil de encontrar.

VERSO V

Cuando alguien por envidia me trate mal o me dañe,
insultándome, menospreciándome o haciendo algo similar,
que yo acepte la derrota, y ofrezca la victoria a los demás.

Comentario: Aprender a aceptar la pérdida y la derrota sobre nosotros mismos, y ofrecer toda ganancia y victoria a los demás, es la base misma de la práctica de los bodhisattvas. Aunque pueda parecer, en un nivel mundano, que sufrimos la pérdida al hacer esta práctica, a nivel último el practicante recibe los beneficios más grandes de la riqueza y virtud espiritual. Al aprender a aceptar que nos traten dura o injustamente, no deberíamos permitirnos reaccionar con ira, comportarnos en la misma forma no virtuosa de regreso, o abandonar a los demás debido a sus acciones hacia nosotros. Esta es la esencia de aceptar la derrota y ofrecer la victoria, y el logro de la suprema paciencia y bondad. Al aceptar la derrota y ofrecer la victoria a los demás, con la motivación pura de una compasión sincera, destruimos la raíz misma de la ignorancia de nuestra preocupación centrada únicamente en nosotros mismos.

XIV Dalai Lama: Si alguien nos insulta o nos critica, diciendo que somos incompetentes, que no sabemos hacer nada, etc., probablemente nos enojaremos mucho y contradeciremos a la persona que lo dijo. No deberíamos reaccionar de esta forma, en vez de esto, con humildad y paciencia, deberíamos aceptar lo que se nos ha dicho.

Donde dice que deberíamos aceptar la derrota y ofrecer la victoria a los demás, tenemos que diferenciar dos clases de situaciones. Si, por una parte, estamos obsesionados con nuestro propio beneficio y tenemos una motivación muy egoísta, deberíamos aceptar la derrota y ofrecer la victoria a los demás, incluso si nuestra vida está en juego. Pero, si por otra parte, la situación es tal que el bienestar de los demás está en juego, tenemos que trabajar muy duro y luchar por los derechos de los demás, y no aceptar la derrota.

VERSO VI

Incluso si a alguien al cual he ayudado,
alguien en el cual yo haya depositado mi confianza y esperanza,
alguien que después me trate mal o me dañe al herirme
que a éste pueda verlo como un excelente amigo espiritual.

Comentario: Cuando somos amables con las personas, las ayudamos, les damos nuestra confianza y esperanza, naturalmente esperamos a cambio se tratados amablemente también. Cuando las personas nos devuelven nuestra bondad y confianza hiriéndonos o tratándonos en formas dañinas, generalmente reaccionamos con ira, dolor, o decepción y desilusión. Después de tal experiencia, podemos encontrar difícil darles nuestro amor y respeto. Esta clase de amor ordinario o común es condicional e impuro. Como practicantes, queremos abrazar una situación como esta hábilmente, con sabiduría, compasión, y amor incondicional. Por tanto, es esencial que tengamos una forma de transformar estas experiencias difíciles en el camino hacia la iluminación. Para lograr esto, necesitamos aprender a ver la otra persona que nos hiere o nos trata en formas dañinas, como nuestro precioso maestro. Esta persona se convierte en nuestro precioso maestro debido a las invaluables enseñanzas del Dharma que recibimos de ella. A través de su bondad, también recibimos la maduración y purificación de nuestro propio karma negativo, que es el inevitable resultado de nosotros mismos haber realizado algo similar a alguien en el pasado. En esta forma, podemos ver cómo incluso nuestros peores enemigos pueden ser nuestros más grandes benefactores y preciados maestros.

XIV Dalai Lama: En general esperamos que las personas a quienes hemos ayudado mucho sean muy agradecidas, y si reaccionan con ingratitud hacia nosotros, es muy probable que nos enojemos. En tales situaciones no deberíamos enojarnos sino aprovechar de practicar la paciencia. Además, deberíamos considerar a tales personas como maestros que ponen a prueba nuestra paciencia y por tanto tratarlos con respeto. Esta estrofa contiene todas las enseñanzas sobre la paciencia en el Bodhicharyavatara.

VERSO VII

En breve, directa o indirectamente,
que pueda dar toda la ayuda y felicidad a todos los seres, mis madres,
y pueda secretamente tomar sus heridas y su dolor, para mí.

Comentario: Esta estrofa se refiere a la esencia de la práctica de tonglen (dar y tomar). Ofrecemos directa o indirectamente, nuestra ayuda, felicidad, beneficios, habilidades, y recursos en servicio de todos los seres, quienes alguna vez en el pasado, han sido nuestra propia madre. En la práctica de tonglen, con firme compasión, nos visualizamos tomando los obstáculos, problemas, enfermedades, y sufrimiento de otros. Luego nos visualizamos dándoles a ellos toda nuestra felicidad, comodidad, amor, virtud, prosperidad, y entendimiento. En esta estrofa, la palabra “secretamente” sugiere que esta particular práctica de compasión puede no ser adecuada o muy difícil para practicantes principiantes. También significa que esta práctica debería hacerse discretamente, y no mostrarla abiertamente o hablar sobre ella como para obtener alabanza o reconocimiento de los demás.

XIV Dalai Lama: Esto se refiere a la práctica de tomar sobre uno mismo todos los sufrimientos de otros, y darles toda nuestra felicidad, motivados por una firme compasión y amor. Nosotros queremos felicidad y no queremos sufrir, y podemos ver que todos los demás seres sienten lo mismo. Podemos ver también que otros seres están abrumados por el sufrimiento pero no saben como liberarse de él. De esta manera, nosotros deberíamos generar la intención de tomar todo su sufrimiento y karma negativo, y hacer plegarias para que maduren en nosotros inmediatamente. De forma similar, es evidente que otros seres carecen de la felicidad que buscan y no saben cómo encontrarla. Por tanto, sin ninguna traza de avaricia, deberíamos ofrecerles toda nuestra felicidad, nuestro cuerpo, nuestras riquezas y méritos, y hacer plegarias para que maduren en ellos inmediatamente.

Por supuesto, es poco probable que realmente seamos capaces de tomar los sufrimientos de otros y darles nuestra felicidad. Cuando esta clase de transferencia ocurre entre los seres, es el resultado de una conexión kármica intacta proveniente del pasado. Sin embargo, esta meditación es un método muy poderoso para cultivar coraje en nuestra mente, y por tanto es una práctica altamente beneficiosa.

En “Siete Puntos para la Transformación del Pensamiento” se dice que deberíamos alternar las prácticas de tomar y dar y montarlas en la respiración. Y aquí, Langri Thangpa dice que esto debería hacerse en secreto. Como es explicado en el Bodhicharyavatara, esta práctica no es adecuada para principiantes. Por tanto, se le llama secreta.

VERSO VIII

Que nunca nada de esto quede manchado
por pensamientos que conciernan a los ocho preocupaciones mundanas.
Y que pueda yo ver todo como una ilusión y sin apegos,
liberándome así de cualquier atadura.

Comentario: Es esencial que nuestra práctica espiritual no esté contaminada por las ocho preocupaciones mundanas. Por ejemplo, involucrarnos en estas prácticas esperando obtener reconocimiento o ser alabados como un excelente practicante del Dharma, no es la motivación correcta. Tampoco debemos practicar con expectativas de ganar algo especial o placentero para nosotros. Nuestra motivación para la práctica no debe volverse contaminada u obscurecida por preocupaciones mundanas ni apego. La motivación correcta es actuar exclusiva y compasivamente para beneficio de los demás seres. Nuestra práctica de entrenamiento mental además debe ser unificada con nuestra percepción directa de la verdad última, vacuidad. A medida que obtenemos realización de la verdad última, comprendemos la naturaleza vacía, ilusoria, e impermanente de todo lo existente. Con esta realización, el aferrarse o apegarse a los fenómenos externos, o el ser engañado por ellos, disminuye, y así logramos liberarnos de las ataduras del apego y las visiones erróneas de la realidad.

XIV Dalai Lama: Esta estrofa trata sobre la sabiduría. Todas las prácticas precedentes no deben estar contaminadas por las manchas de las ocho preocupaciones mundanas. Estas ocho pueden catalogarse como blancas, negras o mezcla. Pienso que sería bueno si explicamos esta estrofa desde la perspectiva de las prácticas hechas sin la contaminación de la concepción errónea del aferramiento a una existencia verdadera, las ocho preocupaciones mundanas.

¿Cómo uno evita contaminar su práctica? Mediante el reconocimiento de todo lo existente como ilusorio y sin aferrarse a una existencia verdadera. De esta forma, uno se libera de las ataduras de esta clase de aferramiento. Para explicar el significado de “ilusorio” en este contexto, tenemos que lo que se nos muestra como verdaderamente existente aparece en el aspecto de varios objetos, en cualquiera sea la forma que se manifiesten, pero en realidad no hay una existencia verdadera ahí. La existencia verdadera aparece, pero en realidad no hay ninguna, es una ilusión. Aun cuando todo lo que existe aparece como verdaderamente existente, está carente de verdadera existencia. Para ver que los objetos están vacíos de existencia verdadera, que aunque la verdadera existencia aparece como real, no hay ninguna, es ilusoria, uno debería tener un entendimiento definitivo del significado de la vacuidad: la vacuidad de la aparición manifiesta.

Primero, uno debería tener certeza de que todos los fenómenos están vacíos de existencia verdadera. Después, cuando aquello que tiene una naturaleza absoluta parece ser verdaderamente existente, uno refuta la verdadera existencia, recordando el previo establecimiento de la total ausencia o carencia de existencia verdadera. Cuando uno une estas dos cosas, la apariencia de algo como verdaderamente existente y su vacuidad como se ha experimentado previamente, uno descubre la ilusoriedad de los fenómenos.

Basado en la traducción al español del Centro Budista de la Ciudad de México (CBCM) www.cbcm.com.mx y varias versiones en inglés.

Fuente de los comentarios: www.buddhadharma.org/eightverses/

Traducido por Yeshe Jungne, para beneficio de todos los seres sin excepción