SABBASAVA-SUTTA

Esto he oído.

El Sublime moraba cierta vez en el monasterio de Anathapindika, en el parque Jeta, en Savatthi; y allí el Sublime se dirigió a los monjes, diciendo:

– Os enseñaré, oh monjes, cómo vencer todos los obstáculos. Escuchad, prestad digna atención y hablaré.

– Así sea, Señor -respondieron los monjes en asentimiento al Sublime; y el Sublime habló como sigue:

– La destrucción de los obstáculos, oh monjes, os lo digo, es para que aquel que sabe y ve, pero no para aquel que no sabe ni ve. Y, ¿qué debe saber, qué debe ver, oh monjes, aquel que destruye los obstáculos? El pensamiento sabio y el pensamiento sin sabiduría.

Aquel que piensa sin sabiduría, oh monjes, surgen los obstáculos que aun no han surgido y aumentan los obstáculos ya presentes. En aquel que piensa sabiamente, oh monjes, no surgen los obstáculos que aun no han surgido y disminuyen los obstáculos ya presentes.

Hay, oh monjes, obstáculos que deben ser vencidos por el discernimiento; hay obstáculos que deben ser vencidos por la sujeción; hay obstáculos que deben ser vencidos por el uso (justo); hay obstáculos que deben ser vencidos por el aguante; hay obstáculos que deben ser vencidos por evitándolos; hay obstáculos que deben ser vencidos por desechándolos; hay obstáculos que deben ser vencidos por mediante el desarrollo (espiritual).

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el discernimiento?

Aquí, oh monjes, el hombre común y no instruido, que no ve a los seres nobles, que no ha oído ni practicado la Noble Doctrina, que no ve a los sabios, que no ha oído ni practicado la doctrina de los sabios, ese hombre no conoce las cosas en las que hay que pensar, ni tampoco en las que no hay que pensar. Entonces, desconociendo las cosas en las que hay que pensar, así como en las que no hay que pensar, él piensa en las que no hay que pensar y no piensa en las que hay que pensar.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, las cosas en las que no hay que pensar, pero en las cuales él piensa?

Si al pensar en ciertas cosas, oh monjes, surge el obstáculo del deseo sensual que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo del deseo sensual ya presente; surge el obstáculo de la ignorancia que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo de la ignorancia ya presente; surge el obstáculo del deseo de existencia que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo del deseo de existencia ya presente. Estas son las cosas en las que no hay que pensar, pero él piensa en ellas.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, las cosas en las que hay que pensar, pero en las cuales él no piensa?

Si al pensar en ciertas cosas, oh monjes, no surge el obstáculo del deseo sensual que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo del deseo sensual ya presente; no surge el obstáculo del deseo de existencia que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo del deseo de existencia ya presente; no surge el obstáculo de la ignorancia que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo de la ignorancia ya presente. Estas son las cosas en las que hay que pensar, pero él no piensa en ellas.

Así, pensando en las cosas que no hay que pensar y no pensando en las que hay que pensar, así surgen en él los obstáculos que aun no han surgido y aumentan los obstáculos ya presentes.

De este modo, carente de sabiduría, él piensa: «¿Existí en el pasado?» «¿No existí en el pasado?» «¿Qué fui en el pasado?» «¿Cómo fui en el pasado?» «¿Habiendo existido (anteriormente), qué fui en el pasado?» «¿Existiré en el futuro?» «¿No existiré en el futuro?» «¿Qué seré en el futuro?» «¿Cómo seré en el futuro?» «¿Existiendo en ese (futuro), qué seré en un futuro (más lejano)?» También el presente, ahora, lo torna perplejo acerca de sí mismo, pues se pregunta: «¿Existo?» «¿No existo?» «¿Qué soy?» «¿Cómo soy?» «¿De donde viene, adonde irá este ser?»

Así, pensando sin sabiduría, una de las seis opiniones falsas surgirá en él: «Tengo un alma»; esta opinión falsa nace en él como verídica y con firmeza. «No tengo alma»; esta opinión falsa nace en él como verídica y con firmeza. «Por medio del alma conozco el alma»; esta opinión falsa nace en él como verídica y con firmeza. «Por medio del alma conozco la no-alma»; esta opinión falsa nace en él como verídica y con firmeza. O aun esta otra opinión falsa surge en él: «Esta alma mía que se expresa y siente, recibe acá o acullá el resultado de las acciones buenas y malas; esta alma mía que es permanente, fija, eterna e inmutable, así permanece eternamente».

Esto, oh monjes, es denominado especulaciones, agitación de especulaciones y lazos de especulaciones. Ligado por estos lazos de opiniones, os lo digo, oh monjes, el hombre común y no instruido no está liberado del nacimiento, la vejez, la muerte, las aflicciones, las lamentaciones, las dolencias, las penas mentales, las agonías; no está liberado del sufrimiento.

(Pero) el sabio, oh monjes, el noble discípulo que se aproxima a los seres nobles, ha sido instruido y se ejercita en la práctica de la Noble Doctrina, que va a los sabios, ha sido instruido y practica la doctrina de los sabios, ese conoce las cosas en las que hay que pensar, así como en las que no hay que pensar. Entonces, conociendo las cosas en las que hay que pensar y asimismo en las que no hay que pensar, él piensa en aquellas y no en estas.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, las cosas en las que no hay que pensar y en las cuales él no piensa?            Si al pensar en ciertas cosas, oh monjes, surge el obstáculo del deseo sensual que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo del deseo sensual ya presente; surge el obstáculo del deseo de existencia que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo del deseo de existencia ya presente; surge el obstáculo de la ignorancia que aun no ha surgido; aumenta el obstáculo de la ignorancia ya presente. Estas son las cosas en las que no hay que pensar, y él no piensa en ellas.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, las cosas en las que hay que pensar y en las cuales él piensa?            Si al pensar en ciertas cosas, oh monjes, no surge el obstáculo del deseo sensual que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo del deseo sensual ya presente; no surge el obstáculo del deseo de existencia que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo del deseo de existencia ya presente; no surge el obstáculo de la ignorancia que aun no ha surgido; disminuye el obstáculo de la ignorancia ya presente. Estas son las cosas en las que hay que pensar, y él piensa en ellas.

Así, por no pensar en las cosas que no hay que pensar y pensando en las que hay que pensar, así, no surgen en él los obstáculos que aun no han surgido y disminuyen los obstáculos ya presentes.

De este modo, él piensa sabiamente: «Esto es el sufrimiento». Piensa sabiamente: «Esta es la causa del sufrimiento». Piensa sabiamente: «Esta es la cesación del sufrimiento». Piensa sabiamente: «Este es el Sendero que conduce a la cesación del sufrimiento».

Pensando así, él se desliga de tres lazos: la ilusión del yo, la duda y la creencia en la eficiencia de los ritos y ceremonias.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el discernimiento.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por la sujeción?

Aquí, oh monjes, considerando las cosas sabiamente, el monje permanece dominando la facultad de la visión. Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad de la visión, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad de la visión, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Considerando las cosas sabiamente, permanece dominando la facultad de la audición. Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad de la audición, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad de la audición, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Considerando las cosas sabiamente, permanece dominando la facultad del olfato. Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad del olfato, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad del olfato, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Considerando las cosas sabiamente, permanece dominando la facultad del gusto. Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad del gusto, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad del gusto, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Considerando las cosas sabiamente, permanece dominando la facultad del tacto. Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad del tacto, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad del tacto, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Considerando las cosas sabiamente, permanece dominando la facultad de pensar (la mente). Entonces, oh monjes, aquel que permanece sin dominar la facultad de pensar, surgen en él obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando la facultad de pensar, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que permanece sin dominar (los órganos de los sentidos), surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que permanece dominando (los órganos de los sentidos), no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por la sujeción.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el uso (justo)?

Aquí, oh monjes, considerándolas sabiamente, el monje sólo utiliza sus vestiduras para protegerse del frío, del calor, de los tábanos, de los mosquitos, del viento, del sol, de las serpientes; sólo con la finalidad de cubrir su desnudez.

Considerando sabiamente sus alimentos, no los toma con miras al placer, la exageración del vigor, para la estética o la belleza, sino únicamente para mantener la existencia del cuerpo, para suprimir el sufrimiento, para sustentar una vida noble, pensando: «Así pondré fin al sufrimiento pasado, no produciré nuevos sentimientos y, de este modo, mi existencia será recta y feliz».

Considerando sabiamente su morada, sólo la utiliza para protegerse del frío, del calor, del contacto de los tábanos, de los mosquitos, del viento, del sol, de las serpientes; únicamente para evitar los peligros de las estaciones, así como para procurarse un lugar propicio donde meditar.

Considerando sabiamente todo lo que sea un remedio contra las enfermedades, sólo lo utiliza para hacer cesar las sensaciones de los malestares presentes y con el fin de conservar la salud.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que no practica el uso (justo), surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que practica el uso (justo), no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el uso (justo).

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el aguante?

Aquí, oh monjes, considerándolos sabiamente, el monje aguanta (pacientemente) el frío, el calor, el hambre la sed, el contacto de los tábanos, de los mosquitos, del viento, del sol, de las serpientes, así como los discursos maledicientes y malévolos; aguanta con paciencia las sensaciones corporales que sobrevienen: dolorosas, punzantes, penosas, amargas, desagradables, molestas y mortales.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que carece de aguante, surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que tiene aguante, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el aguante.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos evitándolos?

Aquí, oh monjes, considerándolos sabiamente, el monje evita el elefante, el caballo, el toro y el perro furiosos, así como las serpientes, las raíces de los árboles, las malezas espinosas, los pantanos, los precipicios, los fangales, las cloacas, evita sentarse en asientos incorrectos, visitar malos lugares, convertirse en amigo de personas indignas de amistad y todo lo que los sabios prudentes pueden censurar. Considerando con sabiduría tales asientos incorrectos, tales malos lugares y tales malos amigos, él los evita sabiamente.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que no los evita, surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que los evita, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos evitándolos.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos desechándolos?

Aquí, oh monjes, considerando sabiamente si un pensamiento sensual surge en él, el monje no lo tolera, lo desecha, lo rechaza, le pone fin, no le hace nacer; si surge en él un pensamiento de malevolencia, no lo tolera, lo desecha, lo rechaza, le pone fin, no le hace nacer; si surge en él un pensamiento de odio, no lo tolera, lo desecha, lo rechaza, le pone fin, no le hace nacer. Todas las cosas malas que surgen en él, el monje no las tolera, las desecha, las rechaza, les pone fin, no las hace nacer.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que no los desecha, surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel que los desecha, no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos desechándolos.

Y, ¿cuáles son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el desarrollo (espiritual)?

Aquí, oh monjes, considerando sabiamente, el monje desarrolla el factor de la Iluminación denominado atención, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado investigación de la Ley, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado energía, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado alegría, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado relajación, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado concentración, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Considerando sabiamente, desarrolla el factor de la Iluminación denominado ecuanimidad, el cual está acompañado del desapego, de la ausencia del deseo, de la cesación y que conduce al renunciamiento.

Por lo tanto, oh monjes, en aquel que no practica el desarrollo (espiritual), surgen obstáculos opresivos y quemantes, pero en aquel practica el desarrollo (espiritual), no surgen estos obstáculos opresivos y quemantes.

Estos son, oh monjes, los obstáculos que deben ser vencidos por el desarrollo (espiritual).

Y, oh monjes, si los obstáculos que deben ser vencidos por el discernimiento, son vencidos por el discernimiento; si los obstáculos que deben ser vencidos por la sujeción, son vencidos por la sujeción; si los obstáculos que deben ser vencidos por el uso (justo), son vencidos por el uso (justo); si los obstáculos que deben ser vencidos aguante, son vencidos por el aguante; si los obstáculos que deben ser vencidos evitándolos, son vencidos evitándolos; si los obstáculos que deben ser vencidos desechándolos, son vencidos desechándolos; si los obstáculos que deben ser vencidos por el desarrollo (espiritual), son vencidos por el desarrollo (espiritual); entonces, oh monjes, se trata del monje que permanece liberado de todos los obstáculos, que ha destruido la avidez, se ha desligado de los lazos y, quien mediante la recta comprensión de las evaluaciones falsas, ha puesto fin al sufrimiento.

Así habló el Sublime y, felices, los monjes se regocijaron con las palabras del Sublime.

(Majjhima-nikaya, N.° 2.)