Entrenando la imaginación
Por Alexander Berzin
(Extractado)
La práctica tántrica aprovecha el recurso de la imaginación, esta poderosa herramienta que todos poseemos. Imaginar repetidamente un objetivo o meta constituye un método potente para alcanzarlo rápidamente. Supongamos, por ejemplo, que estamos desempleados, sin trabajo. Si cada día nos imaginamos encontrando un trabajo, tendremos éxito más rápidamente que si insistentemente albergamos pensamientos negativos, depresivos y de autoindulgencia, diciéndonos una y otra vez que nunca encontraremos trabajo.
Esto sucede porque mantenemos una actitud positiva frente a nuestra situación. Con una actitud negativa, tendremos falta de confianza en nosotros mismos, incluso como para buscar un trabajo. El éxito o el fracaso en la vida dependen de la imagen que tengamos de nosotros mismos, y en el tantra, trabajamos en mejorar la nuestra a través de imágenes búdicas. Imaginar que actualmente somos un Buda, aquí y ahora, nos provee de una autoimagen tremendamente potente para contrarrestar nuestros hábitos y sentimientos negativos de insuficiencia o incapacidad.
Sin embargo, en el método tántrico no sólo se utiliza el pensamiento positivo. Cuando usamos nuestra imaginación, es esencialmente para ser prácticos y mantener una clara distinción entre la fantasía y la realidad. De lo contrario, pueden surgir serios problemas y conflictos psicológicos. Así, todos los maestros y textos hacen énfasis en que un prerrequisito para la práctica tántrica es tener algún nivel estable de entendimiento de la vacuidad (la ausencia de existencia independiente o inherente) y de la originación dependiente (el surgimiento de cualquier cosa depende de causas y condiciones).
Algunas personas desechan la práctica tántrica del yoga utilizando una deidad. Por considerarla como una especie de autohipnosis. Imaginarnos que ya somos un Buda, sin embargo, no es una forma de auto-engaño. Cada uno de nosotros poseemos los elementos que nos permiten alcanzar esa meta, todos tenemos la naturaleza búdica. En otras palabras, debido a que todos tenemos una mente, un corazón, habilidad para comunicarnos y energía física, poseemos toda la materia prima y demás materiales necesarios para crear las facultades iluminadoras de un Buda. Mientras nos demos cuenta que aún no estamos en ese estado, y no nos inflemos con delirios e ilusiones de grandeza, podemos trabajar con estas imágenes búdicas sin ningún tipo de peligro psicológico.
En el tantra, entonces, nos imaginamos que actualmente, en este mismo momento, poseemos la forma, los entornos, habilidades y disfrutes de un Buda. El cuerpo físico de un Buda está hecho de clara luz transparente, que tiene el poder de ayudar a otros sin cansancio, y que nunca es deficiente o ineficiente en ningún sentido. Imaginarnos a nosotros mismos como seres búdicos con una energía sin límites como esta, sin embargo, no nos convierte en "trabajólicos" o mártires incapaces de decir no. Por su puesto que los practicantes tántricos se toman un descanso cuando están cansados. No obstante, mantener este tipo de autoimagen ayuda a expandir nuestros límites auto impuestos. Todos tenemos un almacenamiento de energía disponible como reserva para casos de emergencia. Nadie se encuentra tan exhausto como para no correr en ayuda de su hijo o hija que se ha caído y se ha herido.
En resumen, mientras realizamos la práctica del tantra, sentimos que el ambiente a nuestro alrededor es completamente puro y propicio para el progreso de todos. Imaginarnos esto no significa ignorar los conflictos y problemas ecológicos o sociales. Sin embargo, para ayudar a otros y a nosotros mismos a superar la depresión y los sentimientos de desesperación y angustia, tenemos que dejar de habitar en estados negativos. Una motivación lo suficientemente fuerte y los métodos efectivos pueden transformar nuestras actitudes hacia el progreso espiritual sin importar el lugar. En vez de quejarnos incesantemente y volvernos profetas apocalípticos de desgracias, lo que hacemos es traer esperanza a nuestras vidas y al mundo entero.
También imaginamos que beneficiamos a otros a través de actuar como lo hace un Buda. Sentimos que por la mismísima forma nuestra de ser, ejercemos sin esfuerzo una influencia iluminadora positiva en todos a nuestro alrededor. Podemos fácilmente comprender el significado de esto si hemos estado en la presencia de un gran ser espiritual, como Su Santidad el Dalai Lama o la Madre Teresa. La mayoría de las personas, aunque sean muy poco receptivas, se sienten inspiradas y motivadas a actuar en una forma mucho más noble cuando se encuentran cerca de alguien así. Imaginamos que producimos un efecto similar en los demás, imaginamos que nuestra sola presencia, o incluso el sólo pronunciar nuestros nombres ayuda a otros a calmarse, les lleva paz y alegría mental, y los estimula a alcanzar nuevas metas.
Finalmente, imaginamos que somos capaces de disfrutar las cosas en una forma pura, como lo hace un Buda. Nuestro estado común de disfrute está mezclado con confusión, lo que generalmente se traduce en un "placer contaminado". Siempre estamos siendo críticos, nunca estamos satisfechos. Escuchamos música y no podemos disfrutarla completamente porque estamos pensando en que la calidad del sonido que estamos escuchando no es tan buena como la del equipo de música de nuestro vecino. Un Buda, al contrario, se deleita en todas las cosas sin ningún rastro de confusión. Entonces nos imaginamos haciéndolo de esta manera, por ejemplo, cuando disfrutamos de las ofrendas de luz, incienso, comida y demás en los distintos rituales (pej.: Tsok).
Utilizando la Visualización para Aumentar Nuestras Capacidades
La mayoría de las figuras búdicas poseen muchas características físicas en una variedad de colores, Kalachakra, por ejemplo, tiene un arco iris de cuatro rostros y veinticuatro brazos. Esto puede parecernos extraño al comienzo, pero hay motivos profundos para que esto sea así. Todas las formas que imaginamos en el tantra tienen distintos propósitos, y cada uno de sus elementos y colores tienen muchos niveles de simbolismo. Su complejidad refleja la naturaleza del objetivo de convertirse en un Buda. Los Budas mantienen toda la gama de sus realizaciones y cualidades activamente en su mente, de manera simultánea para poder utilizarlas efectivamente en ayudar a otros. Además, los Budas se mantienen completamente despiertos, atentos y concientes de la miríada de detalles personales de aquellos seres a los que están ayudando, para hacer así lo que es apropiado para cada uno.
Esta no es una meta inalcanzable. De hecho constantemente tenemos muchas cosas en nuestra mente de manera simultánea. Si manejamos un vehículo, por ejemplo, estamos concientes de la velocidad, la distancia necesaria para detenernos y evitar chocar o para adelantar a otro vehículo, la velocidad y la posición de otros vehículos a nuestro alrededor, las reglas o leyes del tránsito, el propósito y la meta de nuestro viaje, las señales del camino, etc. Al mismo tiempo, coordinamos nuestros ojos, manos y pies, estamos alerta a ruidos extraños que puedan estar produciéndose en el motor, y hasta podemos escuchar música y mantener una conversación. Las visualizaciones tántricas nos ayudan a incrementar y fortalecer esta habilidad.
Sin tener un método, es muy difícil entrenarnos a mantener en mente de manera simultánea veinticuatro entendimientos y cualidades tales como la impermanencia, compasión, paciencia y demás. Un sistema mnemotécnico, como una frase hecha a base de las letras iniciales de cada elemento en una lista es útil para recordarlos en orden, como una secuencia. Sin embargo, representar cada entendimiento y cualidad en una forma gráfica, como los 24 brazos de una imagen búdica, hace que resulte mucho más fácil mantenerse concientemente despierto a todas ellas al mismo tiempo. Consideremos por ejemplo, el caso de un profesor de una clase con 24 niños. Para la mayoría de las personas es muy difícil tener en mente las personalidades y necesidades especiales de cada niño a la hora de planificar una tarea o trabajo para la casa. Revisar la lista de sus nombres puede servir de alguna ayuda, pero estar en frente de la clase y ver a los alumnos inmediata y vívidamente, nos trae a la mente todos los factores que se necesitan modificar para una determinada lección.
Un mandala, literalmente es un universo simbólico, es una ayuda adicional en este proceso de expandir y aumentar nuestra conciencia y visión en una forma pura. En este contexto, un mandala es una referencia a un palacio y sus terrenos aledaños en los cuales vive un ser búdico. Como las partes de nuestro cuerpo, cada característica arquitectónica corresponde a una realización o cualidad positiva que necesitamos mantener en mente activamente. Como todo palacio, un mandala es en verdad una estructura tridimensional. Un mandala hecho de polvos coloreados o dibujado en tela es como la huella digital arquitectónica de esa construcción o edificio. Durante las iniciaciones y la práctica meditativa que le procede, nadie visualiza el dibujo bidimensional, sino sólo la estructura que representa.
Fase de Generación y Completación
El Anuttarayoga tantra comprende dos fases de práctica. La primera, la fase de generación, contiene complejas visualizaciones. Durante nuestra meditación cotidiana, imaginamos una secuencia de sucesos o eventos que incluye la generación de nosotros mismo como una o más deidades búdicas dentro del mundo simbólico de un mandala y el traer a la mente un entendimiento o sensación referente a varios puntos tales como la vacuidad y la compasión. Para ayudarnos a realizar y mantener esta secuencia, generalmente leemos – o recitamos de memoria – una sadhana, que es algo así como un guión para esta pieza teatral de visualización.
La segunda fase de la práctica es la fase de completación. Como resultado de los esfuerzos hechos en la etapa anterior, ahora todo está completo como para continuar los procedimientos que nos llevan a la meta de convertirnos en un Buda. Habiendo entrenado nuestro poder de imaginación, lo utilizamos y aprovechamos como una llave para abrir nuestro sistema de energías sutiles (los canales y energías invisibles dentro de nuestro cuerpo que afectan nuestros estados emocionales y mentales). Sin haber practicado la fase previa de generación, este sistema permanece indisponible para su uso meditativo. Una vez accedido a él, sin embargo, mover concientemente las energías sutiles a través de sus canales hace que emerja nuestra mente de clara luz a la superficie. El trabajo meditativo a este nivel mental, crea las causas inmediatas para que verdaderamente alcancemos los cuerpos físicos y la mente de un Buda, y entonces el proceso deja de ser una creación de nuestra imaginación…
Fuentes: http://www.berzinarchives.com/
Nota: Texto traducido por Yeshe Jungne, para beneficio de todos los seres sin excepción, para que logren la felicidad que no conoce sufrimiento.